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Un grave error no aceptar la realidad que vive México

ESTÉNTOR POLÍTICO

Miguel Ángel Casique Olivos

Un grave error no aceptar la realidad que vive México

#vertigos En los recientes días, no hace muchos por cierto y quizá sólo sea los primeros días de este mes, parece que la comunicación del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), «intenta» ser diferente y ya no mostrarse como un mandatario agresivo y que esté enfrentando a la población; quizá esto tenga que ver, también, con que en varias ocasiones no ha tenido que salir a los estados y enfrentarse con la población que, por alguna u otra injusticia, han intentado acercársele y reclamarle atención gubernamental.

El «cambio» aparente consiste en volverse a presentar ante los ojos de México y de los ciudadanos como una “manso corderito”, como un mandatario «sencillo», «humilde», «pobre» y “austero”, que deja a un lado la opulencia y viajó a Estados Unidos en vuelo comercial; es más, hasta se le vio, nuevamente, salir de Palacio Nacional en su modesto vehículo, llegar al Aeropuerto internacional cargando su propia maleta y, por primera vez, usar un cubrebocas, que no había hecho en toda la etapa que lleva México de pandemia.

¿Por qué López Obrador quiere presentarse con otra imagen?, ¿qué es lo que está pasando detrás de esa acción, de ninguna manera casual o accidental? Primero, tiene que ver con la baja popularidad que está teniendo y que la reflejan varias encuestas de mayo y junio; por ejemplo, desde que se dieron los primeros casos de Covid-19 en México, la popularidad del presidente cayó 23 puntos, según una encuesta de Enkoll que aseguró que ante las medidas y las decisiones que el gobierno tomó, el 38% dijo que las aprobaba contra un 59% que las desaprueba.

Otra de les encuestadoras, del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), también hizo público que el 67.2% de los ciudadanos considera que las autoridades sanitarias no estaban preparadas para enfrentar la pandemia; e incluso, tras anunciarse el regreso gradual de las actividades, que arrancó el 18 de mayo, el  59.3% consideró que deberían esperar más días; y en evaluación del gobierno ante la situación que se vive, 62.1% afirmó que no la tiene bajo control, frente al 33% que consideró que sí.

Para los últimos días de junio e inicio de julio y comparando que a finales de enero de 2019 (apenas dos meses de tomar el poder) el 86 por ciento de las personas expresaron estar de acuerdo con la forma de trabajo del presidente, ahora sólo el 52.8 por ciento dijo estar de acuerdo con el manejo de la pandemia frente al 44.8 por ciento que refiere lo contrario. Por otro lado, el más reciente estudio de Consulta Mitofskyinformó que la aprobación de López Obrador llegó al 46.1por ciento, el nivel más bajo desde que la agencia de Roy Campos inició el conocido #AMLOTrackingPoll; los datos se publicaron lunes 22 de junio y revelaron que la imagen del tabasqueño va en picada a partir del incidente conocido como “el culiacanazo”, pero, según el análisis de la encuestadora el rubro que más lo ha dañado es el mal manejo del Covid-19.

Independientemente de que sean varias encuestadoras y que, como siempre, algunas exageran la cifras y otras aciertan un poco más; la realidad es que a dos años de que López Obrador ganó las elecciones y a 20 meses de tomar asumir la Presidencia, las cosas se le han estado complicando; y sobre todo porque él ha querido imponer, desde su persona, de manera autoritaria una forma de gobierno que está muy lejos de lo que el prometió en campaña, como lo de ser un gobierno que tome en cuenta primero a los pobres y de atacar seriamente los problemas del país como la inseguridad, la violencia, desempleo, corrupción y la pobreza en general, más un muy largo etcétera.

Pero como la realidad es muy terca y tarde o temprano se tiene que imponer, hoy vemos a un AMLO (o su equipo de asesores) que empieza a «aceptar» su bajo porcentaje de aceptación entre la población y quiere cambiar su forma de comunicación, un discurso más tranquilo, sencillo, aparentemente sobrio, y sin seguir enfrentado a empresarios y atacando a todo el que se le pare enfrente. La pregunta, sin embargo, salta inmediatamente: ¿logrará AMLO mantener esto durante mucho tiempo y lograr la misma atención sin la política de enfrentamiento y ataques a los que él considera sus enemigos?

Por otro lado, quienes también tienen que aceptar la triste realidad que vive el país, somos todos los mexicanos; todos aquellos que desde hace muchísimas décadas hemos querido que México sea un país próspero y de justicia social: donde no haya desigualdad y las familias tengan empleo con un salario digno y bien remunerado; donde todos los pueblos y colonias tengan obras y servicios de calidad impulsados por un gobierno que distribuya y reoriente mejor el presupuesto y una política fiscal donde paguen más los que ganan más.

Para esto, y con ya la antesala de las elecciones del 2021, tenemos que aceptar que el país no ha mejorado en este primer tercio de gobierno morenista; tenemos que aceptar que las cosas no sólo no son diferentes sino que muchas de ellas han empeorado y se encaminan a una situación más complicada y difícil tras la llegada de la pandemia de Covid-19. Tenemos que aceptar que en México la pobreza ya llega a los 100 millones de mexicanos y que en inseguridad diariamente hay más de 100 asesinatos.

La realidad es que AMLO ya está en campaña y por eso quiere cambiar la forma de comunicar y quiere presentarse como un presidente que nuevamente quiere, -tras el engaño, la mentira y la manipulación de nuestras mentes-,convencernos de votar por Morena, partido al que pertenece. Tenemos que alertar a los mexicanos que AMLO nos está por la democracia y así así se explica el ataque al INE y a los institutos electorales encargados de las elecciones.

Hoy, ante lo que diariamente observamos será un grave error no aceptar la realidad de miseria y pobreza que vive el país. Tenemos que informarnos y darnos cuenta que AMLO y Morena engañaron a los mexicanos para que votaran por ellos y hoy, ya encumbrados en el poder político, se han olvidad del pueblo. Hoy se requiere un pueblo informado, educado y organizado para que en el 2021 haga valer la democracia y antes la pueda defender. Por el momento querido lector, es todo.

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