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Calidad del aire, el desafío de las grandes urbes

En México contamos con herramientas para medir, controlar, mitigar y prevenir la emisión y concentración de contaminantes

Cuidar la calidad del aire es una tarea prioritaria para todos los países, ya que la contaminación atmosférica representa un importante riesgo medio ambiental para la salud humana y de los ecosistemas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que existe una mala calidad del aire en casi todas las ciudades del mundo. Los más altos niveles de contaminación registrados se ubicaron en los países de bajos y medianos ingresos en las regiones del Mediterráneo Oriental y del sureste de Asia.

En México, a principios de los años setenta, el creciente enrarecimiento de la atmósfera en la capital del país alertó a las autoridades. Fue así como se creó la Subsecretaría de Mejoramiento del Ambiente, adscrita al sector Salud, para combatir lo que se popularizó como smog, neblina generada por humos, polvos y vapores.

El fenómeno se fue presentando en las regiones con mayor desarrollo industrial del país, como la Zona Metropolitana del Valle de México, Guadalajara y Monterrey, a consecuencia del crecimiento poblacional y las necesidades de bienes y servicios.

A finales de los años 80, principios de los 90, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) era considerada una de las urbes más contaminadas del planeta, debido a los elevados niveles de concentración de contaminantes que prevalecían en la atmósfera durante todo el año.

En aquel entonces circulaban en la zona alrededor de un millón 200 mil vehículos y no había control de emisiones contaminantes. Era muy común ver chimeneas rodantes por las calles y una bocanada de smog era parte de nuestra dieta diaria.

Visión megalopolitana

Esto planteó la necesidad de una política pública de prevención y remediación aplicable no solo para la capital del país, sino también para otras ciudades. Surgieron medidas como el programa Hoy no circula, vigente a la fecha, así como el establecimiento y operación de redes de monitoreo de la calidad del aire, mejoras a la movilidad y a la calidad de la gasolina.

En los últimos 20 años, la superficie pavimentada dentro del Valle de México creció al doble del ritmo de la población, pasamos de ser un área metropolitana a operar como una megalópolis, cuya magnitud y relevancia económica sólo es comparable a nivel mundial con ciudades como Tokio, Pekín, Sao Paulo o Nueva Deli.

En respuesta a esta situación, En agosto del 2013 fue creada la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) con el objetivo de coordinar la gobernanza ambiental regional. La integran los estados de Hidalgo, Morelos, Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Ciudad de México y recientemente Querétaro.

Cuidar la salud, la prioridad

La mala calidad del aire es una preocupación global. Según la OMS, el mundo registra seis millones de muertes atribuidas a este flagelo, y en nuestro país se calcula que 21 mil muertes prematuras ocurren por las mismas causas. Además, en términos económicos la contaminación atmosférica representa el 3.2% del PIB.

El más reciente Inventario Nacional de Emisiones revela que el parque vehicular del país pasó de 5 millones de unidades en 1980 a 27 millones en 2016, y que la combustión de esta cifra de automotores genera el 39% del monóxido carbono y el 55% de óxidos de nitrógeno.

A su vez, los 350 mil establecimientos que en 1998 desarrollaban procesos industriales y actividades complementarias pasaron a 530 mil en 2015, con una aportación del 97% de dióxido de azufre.

En tanto, las fuentes de área (quemas agrícolas, hornos ladrilleros y solventes) producen el 89% de los compuestos orgánicos volátiles y el 73% de las emisiones de partículas PM10 y PM2.5. La exposición prolongada a altas concentraciones de partículas incrementa la mortalidad prematura por cáncer pulmonar y puede desencadenar procesos degenerativos en la infancia.

Toda la población puede ser afectada por los contaminantes, pero la susceptibilidad varía según el estado de salud o la edad; los niños menores de 5 años, los adultos mayores de 65 y las personas con padecimientos previos, son los grupos más vulnerables.

Los riesgos para la salud pública son reales, por lo que se impulsan medidas de mitigación y adaptación como las previstas, desde marzo de 2017, en la Estrategia Nacional de Calidad del Aire (ENCA).

Estrategia Nacional de Calidad del Aire

La ENCA es una herramienta de planeación para orientar y coordinar acciones entre diversas instancias gubernamentales para controlar, mitigar y prevenir la emisión y concentra­ción de contaminantes en zonas urbanas y rurales.

Al 2030, la ENCA, alineada a la Estrategia Nacional de Cambio Climático y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, tiene como objetivo mejorar la calidad del aire en todo el país para proteger la salud de la población y conservar los ecosistemas.

Parte de esta estrategia son los Programas de Gestión para mejorar la Calidad del Aire (ProAire) cuyo objetivo fundamental es alcanzar y mantener niveles de calidad del aire que permitan proteger la salud de la población y de los ecosistemas.

Estos instrumentos brindan elementos para la mejora continua y hacen recomendaciones de política pública que ayuden a conducir la gestión de la calidad del aire en las zonas urbanas del país.

Otra herramienta de enorme utilidad es el Sistema Nacional de Información de las Calidad del Aire (Sinaica), plataforma creada por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, y que recaba, almacena y publica la información de la calidad del aire que se genera en más de 100 estaciones de monitoreo del país.

Permite también conocer datos horarios de concentraciones ambientales de: Ozono (O3), Monóxido de Carbono (CO), Dióxido de Azufre (SO2), Dióxido de Nitrógeno (NO2), Partículas Suspendidas de hasta 10 (PM10) y 2.5 (PM2.5).

Pero son los Sistemas de Monitoreo de la Calidad del Aire del país los que cada hora, las 24 horas del día durante los 365 días del año, aportan los datos.

En el 2016 la Semarnat elaboró y presentó la entrada en vigor de la NOM-167-SEMARNAT-2016, que homologa los métodos de prueba y niveles máximos de emisiones para los vehículos que circulan en la Megalópolis. Hoy esta NOM que inició de manera regional aplica en todo el país en los estados que cuentan con verificación vehicular.

Hoy en día, la vida cotidiana en la Megalópolis y en las zonas urbanas se ajusta a prácticas más amigables con el medio ambiente y de baja intensidad de carbono, porque de ello depende la salud y el equilibrio de los ecosistemas. Todos somos parte del problema y todos tenemos la solución en nuestras manos si trabajamos unidos.

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